Activista revolucionario del Colegio Mayor del Rosario, acusado por la Audiencia de Santa Fe de fijar en las paredes de las casonas y las iglesias unos “papeles sediciosos” escritos en verso que decían: “si no quitan los estancos, si no cesa la opresión, se perderá lo ganado, tendrá fin la usurpación”, el mismo día en que fueron divulgados por Nariño los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Por esta razón fue condenado, junto con sus compañeros de estudio Luis Gómez y Pablo Uribe, a varios años de presidio en África, al destierro perpetuo de su patria y de cualquier otra colonia hispánica, y a la pérdida de todos los bienes que estuvieran a su nombre.