Leyenda del dpto. del Valle en el siglo XIX que narra las apariciones de un duende que golpeaba las rejas de las ventanas de la hacienda Quebradaseca con una varilla metálica, produciendo ritmos musicales de bambuco. Su popularidad creció hasta tal punto que la gente de varios municipios se reunía a bailar en las noches al compás de su ritmo, que variaba según el deseo del público. Llegó incluso a establecerse durante seis meses, en 1855, un muy popular bailadero en la hacienda, que desapareció cuando el duende, molesto por las exigencias del público, exclamó una noche: “No, mis amigos, compren tiple, que yo no le jalo más”, y jamás se volvió a escuchar.