Cuadro al pastel del caldense David Manzur, elaborado en 1977. En él aparecen Antonio Morales y Alejandro Obregón más el autorretrato y el retrato de su madre doña Cecilia Londoño. Forma parte de una extensa serie de cuadros en los que trabajó caballos montados por jinetes de caracte-
rísticas medievales, y que pasaron a formar parte fundamental de su reconocimiento artístico y su identidad pictórica. “El caballo –comenta el pintor Manzur– es algo que se instala definitivamente en mis obras hace ya mucho. Tiene que ver con mi vida de niño y con lo que yo oía hablar de su relación con el notario de Neira (Caldas). Aparece un poco surreal, sí, es un caballo ritual, metido entre una geometría que lo aprisiona. El clima en que se mueve, el sabor temático, llamémoslo así, tiene que ver con los libros de horas de la época medieval, pero ante todo está construido con recuerdos de pueblo. Un San Jorge y un dragón mitad emanados de un relato de infancia. Un dragón narrado por un hombre de pueblo llamado Antonio Morales. Esa historia se la oí yo a él, y puedo seguir oyéndola cuando la evoco pictóricamente. Un San Jorge y un dragón narrados con fantasía, con irrealidad. Su caballo nada tenía que ver con los del pueblo, que pastaban y untaban la tierra de boñiga. El caballo de Antonio Morales no pisaba la tierra[…] siempre aparecía envuelto entre crines flotantes y luz de luna platinada. En el recuerdo sigue siendo algo muy lindo[…] poético[…] yo me siento un poco trovador pintándolos. Es una especie de epopeya medieval hecha en un pueblo de Caldas”. Ver Manzur Londoño, David.