Capitulaciones presentadas en nombre del pueblo por el general del ejército de los comuneros, Juan Francisco Berbeo, en el campamento de guerra de Zipaquirá, el 5 de junio de 1781 y aceptadas y firmadas por una comisión nombrada por las autoridades españolas, de la cual formó parte el arzobispo Antonio Caballero y Góngora. En las capitulaciones se expresa la defensa de las tradiciones jurídicas de los pueblos, el reclamo de supresión y rebaja de impuestos, la libertad de cultivo, el libre comercio del tabaco, el mejoramiento de caminos y puentes, el acceso de los americanos a los altos puestos administrativos, la devolución de los resguardos indígenas, la devolución de las salinas a los indios y otras reformas fiscales, económicas, sociales y eclesiásticas. Las capitulaciones fueron anuladas al poco tiempo por las autoridades españolas y los dirigentes del movimiento fueron castigados, lo que generó el fortalecimiento del movimiento comunero, encabezado por José Antonio Galán y otros líderes que fueron perseguidos, capturados y asesinados cruelmente. Ver Insurrección de los comuneros.