Poema de Porfirio Barba Jacob, escrito en 1937. Es uno de los poemas más importantes de la literatura colombiana, escogido como el mejor poema colombiano por votación popular a través de la Casa de Poesía Silva en 1998. Su letra dice: “Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, / como las leves briznas al viento y al azar… / Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría… / La vida es clara, undívaga y abierta como un mar…// Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, / como en abril el campo, que tiembla de pasión:/ bajo el influjo próvido de espirituales lluvias, / el alma está brotando florestas de ilusión. // Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos, / como la entraña obscura de obscuro pedernal; // la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas, / en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal. // Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos… / –¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!– / que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza, / ¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír… // Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, / que nos depara en vano su cuerpo la mujer; / tras de ceñir un talle y acariciar un seno, / la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer. // Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres, / como en las noches lúgubres el llanto del pinar: / el alma gime entonces bajo el dolor del mundo, / y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar. // Mas también ¡oh Tierra! un día… un día… un día / en que levamos anclas para jamás volver; / un día en que discurren vientos ineluctables… / ¡un día en que ya nadie nos puede retener!”. Ver Osorio Benítez, Miguel Ángel.